«¿Será bonito?», pregunta el Bourgeois gentilhomme. Su maestro de baile le tranquiliza y, para hacerle ensayar el minué, saca de su traje bordado una «pochette», un diminuto violín, fácil de transportar de palacio en palacio, de lección en lección.
Un chapeau, Monsieur, s’il vous plaît. La, la, ...
En cadence, s’il vous plaît. La, la, ...
La jambe droite. La, la, ..
Ne remuez point tant les épaules. La, la, ...
Vos deux bras sont estropiés. La, la, ...
Haussez la tête. Tournez la pointe du pied en dehors. La, ...
Dressez votre corps.
J.-B. Molière, Le Bourgeois Gentilhomme, Acte II, escena primera.
La pochette era el instrumento de trabajo de los maestros de baile, que la llevaban en un carcaj o, como su nombre indica, en el bolsillo. Su periodo de gloria culminó en el reinado de Luis XIV, y Lully fue el único que compuso un aria exclusivamente para ella. La Revolución supuso el fin de la profesión. La pochette se encuentra a veces en los bailes populares, en Irlanda por ejemplo, o en las manos de un mendigo en los cuadros de género. Al unir dos artes, la música y la danza, aparece a menudo en las "Vanitas", cuadros en los que una calavera con huesos cruzados aparece junto a los fútiles placeres mundanos.
Este peculiar instrumento de origen italiano, creado en torno a 1700 está construido de una sola pieza de madera el fondo, los aros y la cabeza.
En una época en la que la danza tenía una gran importancia social, los maestros de danza viajaban con este instrumento y lo usaban en las clases de danza que solían impartir en las casas de sus clientes.
Estos instrumentos de pequeño tamaño permitían su transporte y su uso mientras se ejecutaban los pasos de las danzas.